sábado, 10 de mayo de 2008

Racionalidad Ambiental

LA RAZON DEL AMBIENTE

La declaración del año 2008 como el Año Internacional del Planeta Tierra fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (Resolución 60/192) para crear conciencia, a nivel mundial y nacional, tanto en los políticos como en el público en general, del inmenso potencial que tienen las Ciencias de la Tierra para contribuir a lograr una sociedad más segura, más sana y más próspera. Nuestra especie humana ha recorrido un corto viaje en esta aventura de la vida. Si la comparamos con la existencia de otras especies, la nuestra sería una invitada que recién se ha sentado a la mesa de nuestro planeta Tierra. Podríamos decir también que no fue una invitada respetuosa y agradecida, comió más de lo debido, terminó por adueñarse del banquete y pronto su actitud podría suspender para siempre el agazajo.

La especie superior
Deberíamos reconsiderar el concepto de la humanidad como la especie superior, en relación a su respeto por el medio ambiente. Nuestra razón, nuestra capacidad de reflexionar, de conocer y conocernos, nuestra habilidad para apropiarnos de la naturaleza, de domesticarla y modificarla, la velocidad de los cambios que propiciamos con nuestra tecnología y la desmedida ambición de lucro, nos hace más responsable que el resto de las especies con las que compartimos nuestra existencia.
En los últimos años, el planeta Tierra nos ha hecho varios llamados de atención respecto a nuestro comportamiento como especie y el tema ambiental ocupa un lugar de privilegio en las agendas de los foros internacionales. Problemáticas ambientales, ya consideradas como globales, tales como los cambios climáticos por el recalentamiento global, el agotamiento de los recursos naturales por manejos inadecuados o por su injusta distribución, el deterioro del suelo por monocultivos (como la soja), forman parte de las discusiones para lograr acuerdos entre Estados. Pero parece que no se avanza o, lo que es peor, que no se puede cambiar la racionalidad de la humanidad.

La racionalidad humana
Cuando la racionalidad económica es la única racionalidad, no sólo nuestra existencia sino la del Planeta mismo es la que está en riesgo. Esta frase que suena grandilocuente, forma parte de nuestra cotidianeidad, cuando abrimos la canilla y no sabemos que estamos tomando, cuando consumimos alimentos y no sabemos que estamos comiendo, cuando respiramos y no sabemos qué respiramos.
No podemos parar la lluvia con las manos. No podemos contentarnos con criticar a los Estados que ya no cumplen siquiera funciones de control sobre lo esencial. Y no podemos aliviarnos con debatir sobre las denuncias de algunos medios sobre desastres ecológicos, o contribuir esporádicamente a alguna campaña para salvar un bosque o una especie en extinción.
Cuando no hay leyes que nos protejan (por ejemplo, contra la irresponsabilidad empresaria o estatal de arrojar los residuos, propios de cualquier actividad humana, sin ningún tratamiento, al aire, al suelo o a las aguas), cuando existen leyes pero no pueden aplicarse, cuando existen leyes aplicables pero no hay controles, cuando existen leyes y controles pero las sanciones no alcanzan para detenerlos o reparar los daños, cuando existen leyes, controles y sanciones efectivas y no se sanciona a los responsables, no queda otra alternativa que entender que la racionalidad económica es la que gobierna.
Y cuando todo es herencia de otros gobiernos y nada se cambia, la racionalidad económica es una “política de Estado”, entendiéndose ésta como las políticas que se continúan a pesar de que cambian los gobernantes. O peor aún: habrá que concluir que no nos gobiernan quienes ponen su cara en los afiches para que los votemos cada tantos años, sino los que se benefician con esta racionalidad económica.

La racionalidad económica
Pero, ¿qué es la racionalidad económica? Es aquella que privilegia el valor económico de todo lo que nos rodea, incluyendo lo que no nos pertenece. Es aquella que le pone precio a todo, incluyendo a la vida.
Para ella es más importante el Capital (el dinero, la inversión) que el Medio Ambiente, que la Sociedad misma.
Es la que reina cuando se decide invertir en una actividad económica y no hace falta considerar el impacto ambiental, ni siquiera el impacto social, sino la mayor ganancia en el menor tiempo posible, principal lema del capitalismo imperante.
En esta racionalidad es pecado mortal poner condiciones a las inversiones, porque en el mundo globalizado el Capital puede optar por buscar otros horizontes más beneficiosos, menos exigentes, con menos riesgos, y lo que es peor, a través de sus organismos internacionales puede desaconsejar invertir en nuestras tierras, quedándonos fuera de la globalización, fuera del mundo.

La racionalidad ambiental
Pero, ¿existe otra racionalidad que no sea la económica? Existe en la medida que creemos conciencia y que seamos consecuentes en nuestros actos con dicha conciencia.
Una conciencia que nos reubique en nuestro contexto natural: somos una especie más en esta Tierra. Formamos parte de un Ambiente al que debemos respetar, ya como una cuestión de vida o muerte. Pero no de vida o muerte de nuestra humanidad, sino de toda la vida o muerte de nuestro Planeta.
Debemos ser firmes no sólo en nuestro respeto al Medio Ambiente, si no sobretodo en exigir el respeto de los gobiernos y de las empresas. No alcanza con exigir a otros gobiernos que se respeten los ambientes compartidos, si nuestros gobiernos permiten que se contamine nuestro espacio propio.
Debemos crear y creer en una racionalidad que valore más nuestros recursos naturales, para nuestra generación pero sobre todo para las futuras generaciones, otro lema compartido en los ámbitos internacionales, en este caso el del Desarrollo Sustentable.
Una racionalidad que proteja nuestros ambientes, nuestras aguas, nuestros suelos y nuestro aire. Pero cuando decimos nuestro, no pensar en la apropiación sino en la participación: sentirnos partícipes, ser parte de la Naturaleza, no dueños. Esta racionalidad no es nueva, es milenaria y forma parte de los saberes de nuestros pueblos originarios.
Debemos practicar y exigir una Racionalidad Ambiental.


Daniel Alfredo Blengio
§ Profesor de Geografía y Ciencias Biológicas
§ Postgrado en Especialización en Educación Ambiental para el Desarrollo Sustentable
§ Actualmente Profesor de las disciplinas Recursos Naturales y Problemáticas Ambientales, Geografía y Biología de la Escuela Media Nº 1 “Rodolfo Walsh" de Miramar, Pdo. Gral. Alvarado, Provincia de Buenos Aires, República Argentina.

No hay comentarios:

ARTILUGIO:
1 Mecanismo o aparato de manejo complicado: “se ha comprado un coche lleno de artilugios que no sabe para qué sirven.”
2 Artimaña, ardid.
Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.


1 m. desp. Mecanismo artificioso, pero de poca importancia y duración.

2 fig.Trampa.

Diccionario Enciclopédica Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

1 s. m. desp. Dispositivo, mecanismo, artefacto.

2 Trampa, enredo, engaño, artimaña.

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española 2007 Larousse Editorial, S.L.


En informática, un artilugio (widget) es una pequeña aplicación o programa, usualmente presentado en archivos o ficheros pequeños que son ejecutados por un motor de widgets o Widget Engine. Entre sus objetivos están los de dar fácil acceso a funciones frecuentemente usadas y proveer de información visual.